Dunkirk de Christopher Nolan
La apuesta de Nolan era recrear la ominosa batalla de Dunkerque, el momento que dio vuelta a la segunda guerra mundial y dio pie a uno de los mejores discursos de la historia (El “…we shall never surrender” de Churchill). A manera de un ambicioso rompecabezas temporal, seguimos y construimos las vivencias de un puñado de personajes durante el fatídico día. Esta estructura, que podría parecer deliberadamente confusa, le permite, por el contrario, abordar varios arcos narrativos que sin ser paralelos multiplican el dramatismo emocional y nos ponen en medio de la acción. Es una forma inusual y riesgosa de narrar la historia y sin embargo, consigue algo muy difícil en la época actual de cinismo, desencanto y agotamiento hacia a las soluciones armadas; conectar con la escala épica, el heroísmo y el valor de un momento que cambió la historia moderna de la humanidad.
O.J.: Made in America de Ezra Edelman
Extraordinario documental de casi 8 horas, que se transmitió en la televisión deportiva estadounidense. No obstante su longitud, no hay desperdicio en esta reconstrucción de la vida de O.J. Simpson, paralela a su asenso a la cima de la fama de la NFL y Hollywood, y su caída en la locura, el asesinato y el fraude. Tan apasionante que uno quisiera verla de un tirón. Ganó merecidamente el Oscar en su categoría.
La La Land de Damien Chazelle
Es casi irónico que el proyecto personal de Chazelle y su amigo Justin Hurwitz (que hizo la espléndida banda sonora) fuera un musical a manera de homenaje y celebración del mundo del espectáculo, sólo para después ser criticado por su superficialidad. Haciendo a un lado su falta de corrección política, la cinta es un deslumbrante ejercicio visual y sonoro, con una puesta en escena que trasciende la cualidad teatral del musical y la coloca en una nueva dimensión.
Hell or High Water de David Mackenzie
En su cinta más notable, Mackenzie abreva de media docena de géneros para construir esta saga de justicia financiera. Una de sus grandes virtudes está en poner en suspenso el código moral habitual de Hollywood: no sólo es una cinta de héroes y antihéroes, sino que es muy difícil determinar cuál es cuál. Entre tiros y asaltos bancarios, la película cuestiona los valores de sus personajes y de paso los del espectador.
Manchester by the Sea de Kenneth Lonergan
Desde el primer minuto queda claro que estamos frente a una terrible tragedia, una de esas cintas de intensidad dramática, donde sólo el espectador empático consigue entrar y de alguna manera no quisiera hacerlo. La cinta de Lonergan es una durísima exploración del dolor y del duelo, y de alguna manera el reverso de los manuales facilones de autoayuda y sus fórmulas para la felicidad. Polémicas aparte, Casey Affleck consigue uno de los retratos de dolor contenido más desconsoladores del cine reciente.
Moonlight de Barry Jenkins
La sorpresiva ganadora del Oscar es una pequeña historia de formación, amor y redención urbana, que destaca precisamente por mantener su centro íntimo en Chiron, su protagonista: un joven negro gay en una zona marginal de Florida. Jenkins evita caer en los lugares comunes que hubieran convertido su historia en un panfleto de denuncia, y lo hace a través de un guión preciso, una cinematografía bellísima y un elenco sobresaliente. Le interesa más contar la historia de Chiron, su formación y los valores que le permiten escapar de las trampas fáciles de la vida criminal, que el amarillismo de la denuncia social, y gracias a ello conecta con nosotros de manera profunda e inesperada.
Elle de Paul Verhoeven
Verhoeven invierte la premisa clásica de víctima y verdugo. Una mujer de negocios (Isabelle Huppert) es violada, y en lugar de derrumbarse, asume una lacónica y determinada cacería para encontrar al culpable. Este juego de gato y ratón donde no sabemos quién es quién, invita a sacudir prejuicios y preconcepciones morales. Es la mejor cinta del director holandés y posiblemente también de su musa Huppert, una de las más grandes actrices francesas.
It pt.1 de Andy Muschietti
Este nuevo Eso es la encarnación de un infierno que existe en cada rincón de la ciudad, el mal trasminado a cada persona que interactúa con los protagonistas. Una visión desencantada e inquietante de la humanidad que funciona de muchas maneras, entre ellas en el contrapunto con la solidaridad, valor y amistad de los niños que lo enfrentan. Recurre, por supuesto, a los arquetipos del género de horror, pero más allá de ellos, recrea una pesadilla que no sólo es un payaso espeluznante, sino su contraparte social, oculta y podrida, detrás de las fachadas idílicas de un pueblo pintoresco de EEUU. Apunta a la equivoca creencia de que que las cosas que no queremos ver no existen, y no nos conciernen, hasta que nos muerden.
Blade Runner 2049 de Denis Villeneuve
Más que una improbable e inmerecida secuela sobre la icónica cinta de Ridley Scott, Villeneuve proyecta a esa sociedad distópica su propia derivación distópica. Mientras que la cinta de Scott daba vueltas al concepto de la identidad y lo que nos define como humanos; la historia de Villeneuve se centra en la muerte, la memoria y la trascendencia, temas que le interesan al director y de alguna manera permean su cinematografía reciente. Villeneuve entiende que la realidad existe sólo en la percepción subjetiva y su transmutación emocional y ahí encuentra el centro. La cinta es larga y por momentos deliberadamente críptica, pero su manejo visual y sonoro es tan deslumbrante, que esas dos horas y media en 3D fueron una de las experiencias más memorables del 2017.
Otras películas sobresalientes
Logan de James Mangold, Bernie de Richard Linklater, Jumanji: Welcome to the jungle de Jake Kasdan, Brooklyn de John Crowley, Sully de Clint Eastwood, Be here now de Lilibeth Foster
Decepciones
Alien Covenant de Ridley Scott
Cuando se trata de reimaginar cintas icónicas de Ridley Scott, quien dio el mal paso fue él mismo. Esta ¿secuela? ¿precuela? en la mitología Alien, nos receta aburridos monólogos de androides confrontados con su propia programación, tripulaciones incompetentes y arquetipos gastados. Es la máquina devenida en Doctor Moreau, buscando en la creación de sus propias criaturas, alguna trasnochada trascendencia, pero poco más.
Ghostbusters de Paul Feig
Nada más Hollywoodense que el remake, especialmente si se trata de un clásico popular. Esta vez se trata de reinventar la cinta de horror camp que Ivan Reitman y su elenco volvieron parte de la cultura pop. Para ello Feig quiere repetir la fórmula y elenco de la exitosa Bridesmaids, el resultado es una vulgar y fallida imitación que nunca entendió lo que funcionaba en la original.
Los amantes pasajeros de Pedro Almodóvar
La respuesta de Almodovar a todos los que lo elogiaron la madurez de su cine desde Hable con ella es esta absurda y grotesca bofetada. No es de este año, pero fue cuando penosamente la vi.
Para El Economista, Arte Ideas y Gente del miércoles 17 de enero del 2018
Me encantò tu columna. Las películas que seleccionaste son de mis favoritas del año pasado, excepto “It” que no la vi. Ademas lo que dices de cada una me parece perfecto, fino, exacto. Gracias