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Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares 2010
Discurso de aceptación pronunciado por Ricardo García Mainou, durante la ceremonia de entrega del premio, el viernes 22 de octubre a las 22:14 P.M. en la Biblioteca Carlos Montemayor de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
Señoras, señores, miembros del presídium, querida familia, amigos…
Lo primero que debe uno hacer, al decir unas palabras en una ocasión como esta es dar las gracias.
Gracias a la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, institución que convoca y entrega el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares desde hace veinticinco años, y nos cobija ahora con su hospitalidad.
Gracias al escritor, historiador y filósofo chihuahuense, José Fuentes Mares quién dio su nombre y espíritu a este reconocimiento.
Gracias a Beatriz Rodas y Luis Carlos Salazar por organizar, recibir, coordinar, y realizar todas las actividades necesarias para que este premio siga existiendo, así como a todas las personas que a lo largo de la historia del premio, lo han apoyado, enriquecido y convertido en lo que es.
Gracias a Ficticia por su apuesta continua por un género que suele ser despreciado por otros editores en busca de un elusivo éxito comercial.
Gracias al Instituto Queretano para la Cultura y las Artes por apoyar la edición del libro y su labor promotora de la cultura local.
Gracias a mi familia, a mis padres, hermanos, a mis queridos tíos y primos juarenses, algunos de ellos aquí esta noche; y por supuesto, a mi mujer y pequeños hijos que esperan en casa.
Frente a un reconocimiento como este, resulta inevitable hacer una revisión y recordar cómo fue que uno terminó dedicándose a una actividad como la escritura .
Hace algunos años, en uno de esos interminables diálogos que se dan entre padres e hijos sobre el futuro; mi padre me hizo la pregunta que solía abominar responder. ¿Qué te ves haciendo de aquí a diez años?
Ahora, conviene aclarar que la pregunta no la hacía a un adolescente en plena confusión vocacional. Me encontraba, más bien, en ese agobiante periodo postuniversitario en que no sabía bien qué esperaba la vida de mí, qué debería esperar yo de ella, o peor aún, si se trataba simplemente de aguantar a que sucediera algo, lo que fuera, que me empujara en alguna dirección.
A pesar del temor a pensar en algo tan incierto, esa vez decidí someterme al experimento y tomar la pregunta en serio. La respuesta llegó con claridad, un golpe de lucidez de juventud: me veía escribiendo y haciendo cine.
Mi padre suele ser pragmático cuando se trata de aconsejar a sus hijos sobre el futuro: ¿escritor? ¿cineasta? Te vas a morir de hambre, dijo (o algo por el estilo).
Lo más probable es que tuviera razón, y aún así no me importaba demasiado. Es lo que quería hacer. Es más, era lo único que me veía haciendo. No tenía sentido pensar mi vida de otra manera.
En retrospectiva, me doy cuenta que la decisión no tenía nada de impulsiva, la había tomado mucho tiempo atrás, a los seis o siete años, producto del simple contagio de tener una madre que lee lo que se le pone enfrente, y un padre que en mi memoria infantil siempre estaba creando algo: componía música, pintaba acuarela, escribía poesía.
Yo me sentaba en un viejo escritorio en la zona acordonada para los niños en casa y escribía historias de superhéroes, obras de teatro y dibujaba cómics. Creo que ahí, una tarde cualquiera, decidí ser escritor, con la convicción sin temores que sólo tienen los niños que deciden ser policía o bombero.
Lo cierto es que de hambre no he muerto, ni mucho menos. Y bien o mal, he continuado escribiendo mis historias y haciendo periodismo cultural. Oportunidad perfecta para rodear mi vida profesional con libros, música, cine y medios de comunicación.
El motor para la literatura es distinto, y se centra más en nuestras obsesiones particulares. Así, de la preocupación por el fanatismo religioso, nació Túnel, mi primera novela.
Escribí Cuando te toca en el verano del 2003. Mi mujer estaba embarazada y el tema que me rondaba el espíritu era el destino. No sé de dónde surgía esa obsesión que de pronto pudiera parecer tan anacrónica. La idea de que algo más está a cargo, y nosotros nada más seguimos un guión puede ser tan reconfortante como terrible. Después de todo, ¿qué nos quedaba ofrecer como padres frente a ese oráculo implacable o la vida misma?
Aunque durante la universidad había dedicado buena parte de mi tiempo literario a la escritura de relatos cortos, desde entonces había concentrado la mayoría de mis esfuerzos a la novela. La escritura de cuentos siempre había sido un ejercicio veloz, para quitarme una idea de la cabeza o tratar de encontrar la forma de sorprender, inquietar o hacer reír al lector.
Los relatos que componen este libro se escribieron, en su mayoría, en noches sucesivas. Por primera vez me preocupaba no sólo en contar una historia de la mejor manera posible, mi credo literario; sino también de emprender una serie de retos formales. Y es que de alguna manera sabía que estos relatos formaban parte de uno más grande, y no quería perder de vista las conexiones que los hilarían entre sí.
Venga nuevamente a cuento el destino, y los temas que siempre lo acompañan como el libre albedrío, la buena fortuna y del otro lado del espectro, la apatía.
¿Tiene caso actuar cuando ya todo está predeterminado?
Si todo fue definido de antemano, quiere decir que en algún sitio estaba escrito que hoy estaría aquí, que ustedes estarían sentados escuchándome, y más aún, que Fuentes Mares inspiraría un premio de literatura, que se decidiría que ese premio rotara por diferentes disciplinas literarias, y que justamente el 2010 fuera destinado a los libros de cuentos publicados el año anterior.
De tal manera, que después de una larga peregrinación editorial, mi libro Cuando te toca, inspirado en preguntas similares sobre el destino, el más trivial y el más fantástico, y editado precisamente ese año, terminara aquí.
La última vez que estuve en Ciudad Juárez fue hace poco más de dieciocho años. Un verano calcinante cuando la ciudad, y poco después, el país, despertaban a la democracia y a un prometedor futuro económico, pensábamos. Mi presencia no era accidental. Mis ancestros paternos vienen del Estado de Chihuahua y de Juárez. Aquí viven familiares muy queridos y con ellos me une un vínculo inefable.
Hoy el escenario de la ciudad es distinto, las preocupaciones otras. La esperanza se ha desdibujado. Si hay una salida posible, si existe una manera de vislumbrar un futuro mejor, no sólo para esta ciudad querida sino para el país en que nos tocó vivir, estoy convencido que está en una guerra muy distinta a la que se libra ahora.
Me refiero a la lucha por la educación y la cultura. Una que en esencia es mucho más valiosa para nuestra sociedad, porque busca potenciar lo mejor en cada uno de nosotros de cara a un futuro más competitivo, más empático, más inteligente y también sensible, por qué no.
Trabajar por la educación y la cultura bien puede ser la única causa capaz de hacer que cambien las cosas para bien. Por ello resulta indispensable la labor educativa que realiza una institución como esta, en forma cotidiana.
Imposible dejar de mencionar el acicate para la creación cultural que son los premios. Nada más satisfactorio para un escritor que el aplauso de un lector satisfecho, y cuando este lector forma parte de un jurado, mejor aún.
Me queda claro que este premio se ha entregado a muchos de los mejores escritores de este país, y que me honra muchísimo formar parte de un grupo tan distinguido.
Cuando el tiempo, el espacio y las acciones de los hombres se entretejen así, surgen preguntas inevitables y respuestas obligadas, y la que aquí corresponde es agradecerles nuevamente por estar presentes y acompañarme en esta feliz noche.
Gracias a todos.
Videos:
Premio Fuentes Mares 2010 – dictamen del jurado
Premio José Fuentes Mares 2010 – Ricardo García Mainou – discurso de aceptación
Prensa:
En El Economista Online miércoles 26 de octubre del 2010
En El Diario de Ciudad Juárez viernes 22 de octubre del 2010
Entrevista en Día Siete de El Universal (para descargar en PDF ->Entrevista Día Siete 21112010).
En la revista cultural de Ciudad Juárez Rancho Las voces.
Internet:
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