¿Cómo hablar de las distintas versiones televisivas y fílmicas de uno de los autores que más han sido adaptados en la historia?
Suele pensarse, y es un argumento sólido, que King es uno de esos autores que llevan mal el tránsito de la página escrita hasta la pantalla. Y es relativamente sencillo enumerar hasta veinte películas malas (y pésimas) surgidas de su bibliografía. Pero como los buenos argumentos, es igualmente fácil enumerar una docena memorables.
Una de las más conocidas (y famosas) es la versión de Stanley Kubrick de El resplandor. Y es una versión que el propio King, quién ha sido más que tolerante con un número sustancial de churros infumables, despreció. King odió tanto la cinta de Kubrick, que años después mandó hacer una miniserie a cargo de su director de cabecera en los noventa: Mick Garris.
Pero si por cada Carrie (la primera), hay un puñado de películas infames sobre niños asesinos y maizales. Si por cada Misery hay un Firestarter o por cada Dead Zone hay asomándose una vergonzosa y blanda miniserie como Un saco de huesos. Lo cierto es que un autor que tiene 214 créditos en cine y TV (incluyendo episodios inspirados en relatos breves), se ve expuesto por pura probabilidad a que la mayoría de ellos sean mediocres.
King es un autor prolífico y sus novelas suelen ser voluminosas. Es muy probable que una de las razones por las que es mal adaptado es porque suele ser mal leído, suele pensarse que al ser el rey del horror, los espectadores están bien servidos recurriendo al arsenal de efectos especiales de un aprendiz de Roger Corman: que adaptar a King es usar disfraces lamosos, insectos gigantes, sangre y gore.
Pero el mejor King no es el que esconde el monstruo abajo de la cama, sino el que conecta con la infancia: los niños y sus rituales, sus temores y valentía, la amistad y la crueldad escondida en la inocencia. Es el King de El cuerpo (en cine, la espléndida Stand by me de Rob Reiner). Es aquel que encuentra en la redención de un prisionero, una historia de profunda humanidad: Rita Heyworth y la redención de Shawshank (en cine Sueños de Fuga de Frank Darabont).
King tiene claro que el origen de los mayores miedos de la humanidad, no está en criaturas verdes y relucientes salidas de un pantano, sino en la propia mente, las tragedias que suceden y las que imaginamos. En la pérdida, sea la de seres amados (Pet Semetery, Lisey’s Story), la fe (Salem’s Lot), la razón (The Shinning), el juventud (Insomnia), la inocencia (Carrie, Apt Pupil). Y en el miedo que enfrenta el creador, el autor, el artista, frente al inconsciente de dolor y sombras, donde surge su inspiración (Dark Half, Misery, Secret Window Secret Garden, Duma Key).
Una de las más recientes en salir al aire es la miniserie que aborda 22.11.63 su historia sobre un profesor de literatura que viaja al pasado a través de un portal dimensional para impedir el asesinato de John F. Kennedy. Para muchos estadounidenses el parteaguas en que el país perdió la inocencia y las cosas se fueron al garete.
La novela tiene puntos de conexión con varias de sus obras previas. Es memorable, detallada y absorbente, y como suele suceder con King, puede perderse de vista lo esencial. Lo importante no es el viaje al pasado, ni los eventos sobrenaturales, ni los obstáculos que enfrenta su protagonista en su misión autoimpuesta y absurda. Lo importante es la reconciliación con el pasado, con la memoria y esperanza de un sueño americano que dejó de serlo hace tiempo y se convirtió en algo parecido a una pesadilla. Es una novela sobre la nostalgia y como muchos de sus libros, sobre la pérdida de la inocencia.
Detrás de la serie está el omnipresente J.J. Abrams y su pragmatismo creativo. Gran parte de la novela transcurre en lo que vive Jake Epping (James Franco) en su solitaria misión durante los tres años que debe esperar antes del fatídico octubre del 63. Para simplificar la narración de sus acciones, el equipo de producción decide inventarle un cómplice, un joven que lo acompaña, y con el que discute su vigilancia de Oswald y el repaso de algunas de las teorías conspiratorias que flipaban a Oliver Stone en su JFK.
El resultado es agridulce. Como serie consigue atrapar al espectador a la mitad del camino. Como adaptación, deja fuera gran parte de la meticulosidad de King, que investigó desde el lenguaje hasta la comida y la dinámica social de la época. En manos de Abrams y su equipo, todo es decorado para que lo anecdótico fluya, y lo mejor de King, su estilo, su narración, su construcción psicológica, se desdibuja cuando se comprime y exprime la pura anécdota.
Nuestros mayores temores, los que nos quitan el sueño y se cuelan por los bordes de la razón, se traducen en meros trucos visuales, golpes de efecto para entretener al espectador como si se tratara de un paseo en un parque de diversiones donde al final se vuelve a casa riendo, y donde los payasos con dientes de navaja no nos esperan en la coladera.
En camino se apuran adaptaciones de su trilogía policíaca iniciada en la dispar Mr. Mercedes (2018), una nueva miniserie de Eso (2017) y otra a partir de su serie de fantasía La torre oscura (2017). Se anuncian versiones de Historia de Lisey e incluso de novelas fallidas como El juego de Gerald. ¿Serán más cercanas The Green Mile o a Dreamcatcher? Me da miedo pensarlo.
Twitter @rgarciamainou
Para El Economista, Arte Ideas y Gente del miércoles 1 de junio del 2016
Con tu columna recordé lo maravilloso que es leer a S King, y si tienes razón son pocas la pelìculas, las series no las he visto, que captan la psicologìa de los personajes de sus libros.
Es una pena que 22.11.63 que es magnífico libro lo echen a perder en una mala serie. Como “iT” que es mágico le hicieran una pèsima película
Bueno, IT es una miniserie. Igual que THE STAND que es buena y BAG OF BONES y LANGOLIERS, y TOMMYKNOCKERS, y SHINNING (la segunda). 22.11.63 no es mala, entretiene, pero la novela es espléndida.
De IT me refería a la película es malísima no conozco la miniserie. El libro Bag of Bones me gustò mucho
Esa que recuerdas como película, es la miniserie. No hay otra (todavía).