290 – Apuntes para definir la novela gráfica

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Es muy posible que las clasificaciones literarias, esas categorías a veces genéricas a veces puramente comerciales, existan para que los editores cumplan con cuotas de edición, los libreros sepan dónde acomodar y exhibir el libro y el lector sepa, o crea saber, qué esperar del mismo.

Hemos aprendido a definir como novela, y valga la definición genérica de la wikipedia para este argumento, “a una obra literaria en prosa en que se narra una acción fingida en todo o en parte y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción de sucesos interesantes, personajes, pasiones y costumbres”.

bild-graphic-novel-sekundenNo me detendré en la evidente ironía que supone aquello de “causar placer estético”, ni en los abismos paradójicos que se dan entre lo que uno y otro consideran placentero o estético. El argumento va por otro lado, en que bien podemos clasificar casi cualquier cosa como novela cuando el centro de la definición está en la intención del creador: ese fin detrás de la escritura.

Más esquivo aún cuando se trata de esa nueva “categoría” que es la novela gráfica. Originada en el cómic, se le llama novela gráfica a un tipo de historieta de formato más extenso, dirigida (frecuentemente) a un público maduro (aunque en EEUU se produzca una gran cantidad de novelas gráficas para el lector juvenil).

La mayoría de las definiciones que circulan por internet buscan concretar a base de distinguirla de otras cosas. Por ejemplo, que debe tener formato de libro, como si no pudiera editarse en entregas como Watchmen (y como muchas novelas en el siglo diecinueve). Debería quedar claro que el formato de libro no es definitivo, porque los libros de viñetas de Quino o las recopilaciones de tiras y cartones (Mafalda, Peanuts) que circulan desde los años setenta no son “novelas gráficas”.

Otras características de las definiciones parecen extraídas de una novela gráfica específica para crear un molde forzado en el que deben encajar el resto: Que debe tener (de preferencia) un sólo autor, que debe tratarse de una única historia extensa y densa; que debe estar destinada a un público maduro o adulto; que debe tener “pretensiones temáticas de literatura con L mayúscula”.

Memorias_de_un_hombre_en_pijama1Al final se podría recurrir a aquella definición que sostenía un maestro en la universidad: ¿Qué es literatura? Lo que se escribe como tal.

Cada vez se editan más novelas gráficas, y su manera de valerse de ambos tipos de lenguaje para contar la historia (el gráfico y el escrito), consigue seducir a un público más amplio.

Memorias de un hombre en Pijama (Astiberri) de Paco Roca es una recopilación de su página doble publicada en el periódico valenciano Las provincias. Podría ser considerada un volumen antológico de sus entregas y no una novela gráfica. Excepto que cada una de esas páginas se centra en reflexiones autobiográficas: su manera de lidiar con el trabajo, el amor, la familia y las aspiraciones profesionales. Hay un centro temático en la obra entera, él mismo, que le da una cohesión literaria que no tienen los libros de cartones de Maitena, por ejemplo.

Portada-Hit-OK-214x300Otro caso puede ser el extraño Hit Emocional (Sexto Piso) de Juanjo Sáez. Un volumen que recupera páginas de su participación en la revista Rock de Lux, donde dedicaba cada semana una reflexión gráfica a una canción que le produjera una emoción profunda. Como novela gráfica es inusual, porque escapa a las viñetas y estructura narrativa surgidas del cómic, lo suyo parece un manuscrito ilustrado, o más bien la edición de una libreta de apuntes. Páginas completas de texto escritas a mano, con tachones, garabatos, dibujos, notas al margen y demás.

Detrás de un trabajo editorial casi artesanal, Sáez apunta su pasión por el rock duro, el heavy y el trash metal (con distinciones sólo aptas para iniciados); pero también sus recuerdos de infancia. La forma en que se conocieron sus padres, sus inicios en la música, etcétera. Es un texto a veces muy íntimo, que va más lejos que la simple recomendación de canciones a descargar de iTunes o Spotify.

Quizá parte de la conexión que provoca con el lector se consigue gracias a la decisión de sus editores de dejar cada página escrita en puño y letra. Atrás queda esa absurda legislación setentera que sugería a los editores de cómics a usar tipografías lo más parecidas a la máquina de escribir para prevenir “lesiones a la vista de los jóvenes lectores”. El formato inusual provoca una sensación más parecida a estar espiando un diario privado, a veces difícil de leer; que la que genera, por ejemplo, un libro de Rius.

Sería recomendable que conforme se explora y desarrolla este vehículo de creación relativamente nuevo, escapáramos a intentos forzados por etiquetarlo y categorizarlo con definiciones surgidas de uno de sus antecesores más venerables: la literatura escrita. La novela gráfica es más que la suma de sus partes, más que novela y que ilustración; y supone un lenguaje que todavía está en proceso de descubrirse y definirse.

Twitter @rgarciamainou

Para El Economista, Arte Ideas y Gente del miércoles 4 de noviembre del 2015

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