36 – Peligros para México

Uno pensaría que la experiencia y las tablas impedirían el traspiés, pero no. El presidente de México, Felipe Calderón consigue con una declaración desafortunada ponerse, como se dice, de pechito, para que Andrés Manuel López Obrador (AMLO en lo sucesivo) le revire lo dicho.

No hay nada de inocente en la pregunta que hacía referencia a la campaña de Calderón por la presidencia: ¿Todavía cree que AMLO es un peligro para México? Al responder que así lo pensaba en 2006, Calderón no sólo fue honesto y fiel a una creencia genuina (eso nadie lo duda), sino quizás también un poco inocente. Y es que aunque en la entrevista nunca responde explícitamente que todavía lo considere así, la mayoría de los medios y analistas posteriores así lo señalaron. Calderón empezó haciendo una autocrítica y terminó inadvertidamente dándole oxígeno a su adversario.  AMLO reviró (el colmillo no falta) que ni siquiera él diría eso de Calderón, aún con el número de muertos de su sexenio.

¿Qué sucede en los medios?

Reescrita la agenda por el propio Calderón (no por el reportero que hacía su trabajo, insidioson, pero su trabajo al fin), ahora se habla de si AMLO era, es o sigue siendo un peligro para México; y peor aún, si Calderón es el verdadero peligro para México. Uno de esos juegos ociosos que tanto gustan a los cazadores de encabezados y a los que escribimos columnas periodísticas.

María de las Heras (www.demotecnia.com) elabora una encuesta para El País y concluye que el 33% de los mexicanos encuestados piensa que AMLO todavía lo es, mientras que un cercano 29% dice que el peligro es Calderón.

Con lo cual, la encuesta demuestra que (oh, sorpresa), nuestro país sigue dividido, no sólo entre la visión maniquea del bien y el mal que nos quieren vender ambos políticos, sino en la trampa que es siquiera establecer esta calificación.

Aventuraré una hipótesis. En la situación actual del país: después de la crisis financiera internacional; el auge del crimen organizado; la decepcionante generación de políticos que usufructúan del Congreso sin ánimo de buscar acuerdos; la guerra sin cuartel entre los partidos políticos por arrebatarse cada centímetro cuadrado de poder; la ignorancia del ciudadano común y corriente de quién es responsable de que las cosas vayan mal; cualquier presidente sería considerado un peligro para México por (mínimo) un tercio de una muestra razonablemente elaborada de ciudadanos encuestados.

Peor aún, eso no demuestra absolutamente nada.

Preguntas como ésta, respuestas como esa, encuestas como la que realiza De las Heras, podrán tener interés morboperiodístico y mediático, pero no nos dicen nada nuevo. Sólo consiguen distraer la agenda de los verdaderos peligros para México.

Primero, porque el hubiera no existe, y si AMLO lo era en 2006, era posible suponerlo, pero no saberlo.

Segundo, porque la opinión de Calderón es ultimadamente muy suya, y debería, quizás, en ánimo de no darle cuerda a su adversario político, guardársela, y evitar que sea tergiversada y malinterpretada por los medios.

Tercero, porque los muertos “de Calderón”, no son suyos, ni él los mató, ni su política los mató, ni su administración; siendo en su gran mayoría resultado de enfrentamientos entre bandas del crimen organizado, y entre éstas y las instituciones desorganizadas de gobierno con que se ha combatido este problema de seguridad nacional (problema que, por cierto, no surgió ahora, sino que tiene décadas minando e infiltrando el estado mexicano).

El verdadero peligro para México es seguir pensando que este país está a merced de la voluntad o apatía, virtudes o defectos, agenda política y capacidad discursiva de un solo hombre. Principalmente porque no es así.

El presidencialismo como lo conocíamos, por si alguien no se había dado cuenta, ya no existe. Es bonito tener a un chivo expiatorio, una persona que culpar, maldecir o a la que encomendarse y aplaudir, pero ya no representa la realidad.

El Estado Mexicano, y esto lo machacan en cualquier primaria, está conformado por territorio (que aquí no juega), el gobierno y también por los ciudadanos. El gobierno lo conforman miles de personas trabajando en tres poderes. Tres poderes, que para el caso, funcionan bastante mal.

El poder ejecutivo enquistado en una estructura burocrática y leyes caducas que ya no reflejan las necesidades, ni el sentir, o las prioridades del México de hoy.

El poder legislativo rehén de camarillas políticas con un solo hueso proverbial en la mente: el poder. Sea como sea, sin importar que entre tanto el país se vaya al garete: Vamos a discutir el mejor nombre para el país, vamos a tomar juramento a nuestro narcodiputado, vamos insultar a los secretarios de estado cuando traigan su informe, tomemos la tribuna, tomemos el día libre,… lo demás puede esperar.

El poder judicial enclaustrado y corrupto donde el principal lema es la impunidad. ¿Grandes detenciones de capos en la guerra contra el narco? Veremos cuántos salen libres por errores de proceso, falta de pruebas, o jueces que se hacen de la vista gorda. Cuántos terminan en cárceles que son poco más que cuarteles estratégicos de lujo para sus mandos. Cuántos son liberados de sus largos arraigos por la incapacidad de la procuración de justicia.

¿Quién es el culpable de todo ello que merece ser señalado como el verdadero peligro para México?

El Estado mexicano. O sea, somos todos.

Son un peligro para México los grupos del crimen organizado, la facilidad con la que operan y la impunidad con que corrompen las policías municipales. Son un peligro para México los kilos de más que cargamos los mexicanos, con nuestro destacado lugar mundial de obesidad. Son un peligro para México los que enarbolando sus prejuicios como verdad, pretenden escupir a todos lo que no piensan como ellos. Son un peligro para México los que piensan que se puede cosechar más de la ruptura que de encontrar acuerdos comunes. Los que no pagan impuestos, los que compran y distribuyen piratería, los que lucran de la explotación laboral, sexual o sindical de los demás. La abstención es un peligro para México, vender tu voto lo es también.

Hay muchos peligros para México, y aún así este país no está precisamente en peligro. Olvídese del gusto con que ciertos comentaristas pronuncian sentencias como estado fallido. Es más peligrosa la apatía ciudadana, el seguimiento ciego de la agenda que sostienen otros por sus propios intereses, los prejuicios, el odio a los que son y piensan diferente, el desprecio por los que, con buena voluntad, quieren sacar adelante al país , el abrazar la idea de que el progreso nace de la destrucción de todo para empezar de nuevo.

La única revolución que necesita México es mental, lo demás es retórica y buenos encabezados.

Para El Economista, Arte, ideas y gente del miércoles 13 de octubre del 2010

La versión en la página de El Economista incluyendo comentarios de lectores en: En El Economista online

Para el podcast con la entrevista que dio Calderón –> Entrevista Calderón

Para el artículo de María de las Heras mencionado en esta columna –> ¿Es un peligro López Obrador?